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Cero Sesenta

El tiempo vuela

de menos....

Aún quedan unas semanas para irme, y ya estoy empezando a echar cosas de menos. Incluso cosas que hasta ahora apenas he valorado, cosas que han sido pura monotonía, creo que hasta algunas cosas que me resultaban un coñazo hasta hace nada... qué extraño. Pero sin duda, lo que más voy a echar de menos son los momentos compartidos con los amigos. Sobre todo las risas y los ratos de cachondeo que tan bien sientan al espíritu. La playa, la universidad, los botellones, el puerto, puff... son tantas cosas...

Pero el caso es que no tengo la sensación de perderlo todo irremediablemente, porque por suerte para mí y por desgracia para los que me aguantan, como decían los malos en la tele cuando era pequeño, volveré. Además, con los inventos estos del e-mail, los móviles, y el jodido messenger, las distancias se hacen más cortas. Que me lo digan a mí.

Me gusta la idea de que recordaré con aquellos a quien aprecio las cosas que pasamos. Eso es algo que ya he podido experimentar, y la verdad es que resulta gratificante el acordarse de momentos pasados con una sonrisa. Ésta es otra de las cosas que me recuerda que me hago viejo, pero bueno, un poco de nostalgia nunca viene mal.

Foto: los viejos tiempos

Este soy yo hace justo un año. Qué rápido pasa el tiempo.
Gracias por este momento remember, Clo.

Tres años después

Apenas conseguí dormir esa noche. Me levanté cansado y muy nervioso, sabiendo que era el último paso antes del gran salto. Todo parecía transcurrir tremendamente lento esa mañana. Lo que había repetido durante años, se me antojaba interminable: asearme, vestirme, desayunar, etc... Cuando me recogieron seguía estando bastante nervioso, intentando autoconvencerme de que sólo era una prueba más. Pero lo cierto es que no conseguía dominarme.
Pero una vez allí, desde que llegué hasta que me senté y me pusieron el primer examen delante, estuve asombrosamente tranquilo; ni siquiera ahora sé muy bien por qué. Al fin y al cabo, la suerte estaba echada y sólo quedaba reflejar el trabajo de todo un año en seis absurdos exámenes.

Pues aunque parezca mentira, hoy hace casi tres años que yo estaba ahí. Lo recuerdo como si fuese hace un par de semanas, pero lo cierto es que hoy quien se examinaba de selectividad era mi hermana "pequeña". Qué rápido pasa el tiempo.

Desde entonces muchas cosas han cambiado. Debería estar acabando la carrera, pero estoy terminando de empezarla. A pesar de ello, no considero todo este tiempo como perdido, porque creo que he aprendido muchas cosas: cosas sobre mí, y sobre los demás. He tenido tiempo y razones para pensar, para analizar situaciones y comportamientos, tanto propios como ajenos. He conseguido demostrarme a mí mismo qué es de lo que soy capaz, y de lo que no. También he conseguido conocerme un poquito más, y conocer a los demás. He conseguido llevarme mejor aún con mis padres, y entenderme con casi cualquier persona. Hay quien dice que eso es madurar. No lo sé. La verdad es que no me importa demasiado.

La pregunta es... si estos tres últimos años de cambios han pasado tan rápido, ¿pasarán igual los tres siguientes? ¿Quedará muy lejos el cambio de vida? Me da que esta sensación de fugacidad no hará más que aumentar. Todos hemos hablado de esto con nuestros mayores alguna vez, hemos comentado con amigos y antiguos compañeros aquellos días de infancia. Incluso nosotros solos, nos hemos acordado de aquellos días en los que la mayor preocupación era si ganaríamos en el recreo el partido contra la clase de al lado. Como dice Liza, esos momentos en los que siempre había una forma de salvar a todos los amigos ... bastaba con un grito de ... " por mi! por todos mis compañeros y por mi primero!".
Y la niña ya es universitaria. Manda huevos.

Hay que ver lo rápido que pasa el tiempo. Me estoy haciendo viejo.